La combinación de información, motivación y acción es la clave para cuidar la salud de tu corazón
Hay pocas claves para una vida larga y productiva tan importantes como mantener un corazón fuerte y estable.
El problema es que la mayoría lo damos por sentado: no sabemos realmente si nuestro corazón está sano… y generalmente no lo descubrimos hasta que nos realizamos pruebas especializadas o algo se complica.
Entonces, ¿cómo podemos asegurarnos de adoptar un estilo de vida que cuide verdaderamente de nuestro corazón? El Dr. Óscar Quintero, Director Médico en Abbott, nos comparte algunos consejos:
No des nada por hecho
Mito 1: “No soy mayor, así que no me preocupa”
De acuerdo con la más reciente ENSANUT 2023, la prevalencia de enfermedad cardiovascular en la población de 20 años o más es del 4.4 %, considerando diagnósticos como infarto, angina, insuficiencia cardíaca o embolia cerebral.
El mismo estudio revela que la hipertensión, uno de los principales factores de riesgo, afecta al 17.4 % de los adultos, lo que subraya la magnitud del problema incluso entre personas que no suelen considerarse en riesgo.
Existe una percepción generalizada de que las enfermedades cardíacas afectan casi exclusivamente a las personas mayores y que su impacto es uniforme entre géneros y grupos demográficos.
No es así. La evidencia demuestra que cualquier persona, sin importar su edad, puede desarrollar una afección cardíaca. Por eso, nunca es demasiado pronto para comenzar a cuidar la salud del corazón y adoptar hábitos que protejan uno de los órganos más importantes.
Mito 2: “Todo el mundo recibe el mismo nivel de atención cardíaca”
Numerosas investigaciones en el ámbito del acceso a una atención médica de calidad han demostrado que los prejuicios conscientes o inconscientes por motivos de género, raza y etnia están afectando negativamente a la salud vascular de las mujeres y las personas de color.
Pon las probabilidades siempre a tu favor
Acción 1: Lleva una dieta balanceada que incluya muchos vegetales
Nadie te pide que elimines todo el placer gastronómico de tu vida, pero siempre hay espacio para mejorar. Para empezar, recuerda que los alimentos de origen vegetal aportan una amplia variedad de vitaminas, minerales y fibra, además de ser naturalmente bajos en grasas y calorías.
La buena noticia es que las opciones son muchísimas: frutas, verduras, frutos secos,
cereales integrales y legumbres, por mencionar algunas. Incorporarlas con mayor
frecuencia y sustituir parte de las grasas y azúcares por alternativas vegetales puede
reducir el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, así como otras afecciones
asociadas —colesterol alto, hipertensión, obesidad y diabetes— que conviene mantener a
raya.
Con pequeños cambios sostenidos, no solo mejorarás tu salud cardíaca, sino que además descubrirás opciones deliciosas que quizá no habías explorado.
Acción 2: Ejercítate
Una vez más, nadie espera que pases de cero a correr un maratón. Simplemente camina.
Si ya caminas un poco, camina más. Si ya caminas más, haz un par de ejercicios de fuerza. Antes de que te des cuenta, te sentirás mejor y tu corazón también estará más sano.
Acción 3: Visita a tu médico
Todos los médicos pueden contar decenas —o incluso miles— de historias de pacientes asintomáticos que acudieron a una revisión rutinaria y salieron con el diagnóstico de una enfermedad grave, pero aún tratable. La mayoría de esos relatos terminan con un suspiro de alivio y la buena noticia de que ese paciente sigue bajo tratamiento y con buen pronóstico.
La moraleja es clara: detectar una enfermedad en sus primeras etapas suele ser mucho más sencillo, seguro y efectivo que hacerlo cuando ya ha avanzado.
Cómo reconocer un corazón poco saludable cuando lo ves
La capacidad de reconocer los síntomas relacionados con el corazón puede salvar vidas. Todos conocemos la clásica “mano en el pecho” de las películas, pero la realidad es mucho más matizada e igual de importante de reconocer.
Señal 1: Ataques cardíacos
Los ataques cardíacos ocurren cuando el suministro de sangre al corazón se reduce o se detiene, generalmente por la obstrucción de las arterias. El síntoma más común es el dolor o la presión en el pecho, aunque también pueden presentarse molestias agudas en los brazos, la mandíbula, la espalda, los hombros o el estómago; dificultad para respirar; náuseas o mareos; fatiga intensa que puede prolongarse durante varios días; y sudor frío.
Sin embargo, como mencionamos antes, cada persona puede manifestar señales distintas: las mujeres, por ejemplo, son menos propensas a presentar dolor de pecho como síntoma predominante, mientras que los hombres tienden a experimentar más sudoración fría. Hay quienes incluso no muestran síntomas.
Por eso, ante cualquier duda o señal de alarma, lo fundamental es buscar atención médica de emergencia.
Señal 2: insuficiencia cardíaca
La insuficiencia cardíaca es una afección crónica que progresa lentamente y se agrava con el tiempo, a medida que el corazón pierde la capacidad de bombear sangre de manera eficiente.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la dificultad para respirar, las palpitaciones, las náuseas, la fatiga, la hinchazón, el aumento repentino de peso y la confusión. Incluso notar que estás menos activo que antes puede ser una señal de alerta y merece una consulta médica.
Es importante recordar que la insuficiencia cardíaca no significa que el corazón haya dejado de funcionar, sino que no está trabajando tan bien como debería. Tal como se ha mencionado, acudir a un profesional de la salud ante los primeros indicios es clave para recibir un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado.
¿Cómo sabemos si tenemos un corazón sano? De la misma manera que lo mantenemos sano: prestando atención a su funcionamiento, respetándolo por el trabajo silencioso que realiza miles de veces al día y, sobre todo, acudiendo a profesionales de la salud para que lo revisen.
